Les anexo un artículo que de manera sencilla expone los dos tipos de polaridades que operan en la vida, siendo una de ellas un tipo de polaridad que propicia la unidad, la integración, tan necesaria para la salud y la felicidad.
¿Qué polaridades rigen tu vida, tal vez sin darte cuenta? ¿Cuáles son constructivas y cuáles destructivas?
Wladimir Oropeza
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Polaridad constructiva vs polaridad destructiva
Escrito el 04/03/09 a 09:24:43 GMT-06:00 por arana
Por Arnoldo Arana
“La polaridad fundamental está en querer vivir y morir, sufrir y gozar, tener éxito y fracasar, sin llegar a tomar conciencia de lo que está pasando”. Manuel Barroso
LA POLARIDAD ESTÁ EN LA NATURALEZA MISMA DE VIDA.
La polaridad es inmanente a todos los procesos y acontecimientos de la vida, sean de carácter biológico o social - cultural. La polaridad esta implícita en la propia naturaleza y dinámica de la vida: su estructura, sus procesos, sus interconexiones. Como dice Wilmon Henry Sheldon:“La polaridad no se limita solamente a los dos polos en cuestión, sino que impregna por completo las regiones dentro de cada uno; se halla en la estructura y comportamiento del átomo, de la célula viva, de la planta y del animal, del propio intelecto humano, del lenguaje, etc.”.
La polaridad está presente en toda situación, proceso u organismo vivo: noche – día, hombre – mujer, espíritu – materia, frío – calor, por mencionar algunas de la categorías polares existentes en la trama de la vida. El ser humano no escapa a esta realidad. Nuestra naturaleza abarca innumerables manifestaciones de polaridad: impulso-inhibición, introvertido-extrovertido, sentimiento-razón. Así por ejemplo en el plano emocional tenemos la polaridad alegría-tristeza, amor-odio; en el plano fisiológico observamos la polaridad izquierdo-derecha, sistema nervioso simpático (catabolismo) - parasimpático (anabolismo).
De modo que “la polaridad está profundamente arraigada en el funcionamiento del organismo, es así que la sed conduce a la búsqueda del agua, el calor a la búsqueda de la frescura, la tensión a la búsqueda de un alivio en la relajación” (Doris Bersing). Agrega Guillermo Feo: “La polaridad es un estado intrínseco a todo fenómeno natural, obviamente incluimos al ser humano. Lo cual quiere decir que usted y yo poseemos los contrarios de los rasgos que nos caracterizan. Puede ser que los ignoremos y /o neguemos, conscientemente o no, pero ello no los elimina. Permanecen latentes, potencialmente listos para manifestarse en cualquier momento”.
¿QUÉ ES LA POLARIDAD?
Según Guillermo Feo la polaridad “es un estado intrínseco a toda circunstancia, hecho o fenómeno natural, consistente en la existencia de dos puntos opuestos llamados polos”. Y como apunta el propio Feo, no se trata de una “simple condición dual en la cual los contrarios se oponen y paralizan entre sí”, y permanecen irreconciliables e irremediablemente orientados a objetivos divergentes; lo cual sería admitir una visión dualista de la realidad.
El dualismo plantea que la realidad está dividida en dos partes o ámbitos totalmente distintos e inexorablemente opuestos. Esta visión o paradigma del hombre reduce la existencia humana a una concepción mecanicista, asimilando el funcionamiento de la vida humana a la de un reloj. Esta forma dual de ver la realidad es la que da lugar a la aparición del aspecto insano de la polaridad (polaridad desintegrada), al concebir al ser humano como un ser dividido en innumerables categorías polares irremediablemente separadas.
MAPAS Y POLARIDADES
El hombre con su forma de pensar y visión con que aborda y concibe la realidad, proyecta su forma de ser y estar en el mundo, percibiéndose como un sistema y, en consecuencia, abordándose y expresándose como una totalidad integrada o, por el contrario, percibiéndose y asumiéndose con una naturaleza dual, inevitablemente irreconciliable, dando lugar a disfuncionalidades polares (polaridades desintegradas), tanto en el funcionamiento corporal, como conductual y conceptual, las cuales crea y alimenta cotidianamente. Al respecto Manuel Barroso dice: ”La polaridad no existe sino la hacemos existir”.
Pero el hombre es más que un conjunto de categorías polares; es un sistema integrado e interconectado, una totalidad. Así los polos que lo constituyen no forman realidades separadas, sino que forman parte de una misma totalidad. Estos polos aunque opuestos y diferenciados mantienen una dinámica procesal, “cooperando como soportes mutuos”, a la vez que se oponen, dando lugar así a una mezcla de tensión y complementariedad, que conlleva a procesos de diferenciación y de integración que definen la naturaleza esencial de la vida.
Nuestros mapas, pues, son determinantes en la aparición de polaridades desintegradas o polaridades en equilibrio. ¿Cómo influyen nuestros mapas introyectados (impuestos, ajenos a nuestras necesidades) o metabolizados (formados con la conciencia de nuestras necesidades, asumidos responsablemente) en el proceso de alienación o identificación de alguno de los polos opuestos? Nuestros mapas nos llevan a la aceptación / alienación de cualquiera de nuestras categorías polares, bien al identificar los polos como parte de una misma totalidad o al crear maneras parcializadas y anti-naturales de ser y estar en el mundo, al alienar alguno de los polos.
Nuestros mapas, pues, son determinantes en la aparición de polaridades desintegradas o polaridades en equilibrio. ¿Cómo influyen nuestros mapas introyectados (impuestos, ajenos a nuestras necesidades) o metabolizados (formados con la conciencia de nuestras necesidades, asumidos responsablemente) en el proceso de alienación o identificación de alguno de los polos opuestos? Nuestros mapas nos llevan a la aceptación / alienación de cualquiera de nuestras categorías polares, bien al identificar los polos como parte de una misma totalidad o al crear maneras parcializadas y anti-naturales de ser y estar en el mundo, al alienar alguno de los polos.
Este proceso de alienación de uno de los polos es más probable “sobre todo cuando se trata de constructos culturales y no de realidades biológicas” (Doris Bersing), producto de la influencia (creencias y concepciones dualistas) del medio ambiente socio-cultural en el que nacemos y nos desarrollamos. Muy acertadamente dice Manuel Barroso que “el mapa ajeno polariza”, refiriéndose al mapa introyectado por la acción impositiva de otros (padres, escuela, etc.). El mapa introyectado divide a la persona de forma tal que ésta “comienza a ir en dos direcciones opuestas y contradictorias: bueno y malo, obediente y rebelde, tierno y duro, agradable y desagradable, complaciente y tirano” (Manuel Barroso).
POLARIDAD DESINTEGRADA
La polaridad se convierte en insanidad (polaridad desintegrada) cuando negamos un polo y comenzamos a vivir en forma “inconscientemente parcializada”, con una visión dicotómica de la realidad: autocrático vs democrático, estructurado vs desestructurado, pensamiento vs sentimiento, cuerpo vs alma. Como dice el Dr. Feo: “Se pretende vivir con lo que contiene un platillo de la balanza, desconociendo la existencia del otro. Se cree estar en blanco ignorando el negro. Se cierra un ojo y se cree tener la visión completa. Se pervierte la vida dejando sólo a la Bella y negando a la Bestia…”. Esta alienación de uno de los polos, que se traduce en el intento de control sobre el polo opuesto, da lugar a una tensión interna debilitadora que consume nuestra energía vital y dañan nuestra salud física y psicológica; en un desequilibrio que no consigue compensación, y que hace al hombre inefectivo en el contacto con el medio ambiente (el otro), como consecuencia de que “la persona está utilizando la mitad de sus recursos, desperdiciando la otra mitad necesaria para funcionar como una unidad, totalidad fundamental para alcanzar el máximo de efectividad en el contacto con el medio…” (Guillermo Feo)
El no concienciar y asumir la responsabilidad por la existencia de los dos polos, conlleva a un estancamiento de nuestro flujo procesal, bloqueando el funcionamiento natural del organismo: reconocimiento, aceptación y expresión de las emociones, orientación a la satisfacción de necesidades, tendencia al contacto nutritivo, búsqueda del equilibrio, etc., al paralizarnos como consecuencia de polarizar nuestra energía en dos direcciones. Este estancamiento se traduce en desintegración de la personalidad, al desconocer nuestras propias partes constituyentes; en el debilitamiento de nuestra capacidad de elección, al limitarnos a actuar únicamente bajo la dirección del polo identificado, negándonos así las opciones del polo alienado; en la negación e incapacidad para el contacto efectivo, al restarnos flexibilidad y capacidad de comprensión de las conductas y actitudes de otras personas, que son opuestas a las nuestras, pero que por tenerlas alienadas no somos capaces de reconocerlas y manejarlas efectivamente.
La falta de aceptación responsable de alguno de nuestros polos nos conduce al contacto inauténtico, como consecuencia de la “parcialidad inconsciente” hacia un polo y la negación del otro. Una polaridad no reconciliada – desintegrada - nos inhabilita para el contacto efectivo. “La polaridad nace de la pérdida de contacto con su propia experiencia, la distorsión o la negación de la misma” (Manuel Barroso). Se mantiene, entonces, “un pseudo contacto y hay una afirmación en la no experiencia y en la negación. Nos convertimos, sin percatarnos, en buitres-ciervos, negando el buitre; en lobos-ovejas, negando el lobo y realzando la oveja” (Manuel Barroso).
La polaridad en este sentido es, como dice Manuel Barroso: “Energía que ya no se dirige en la dirección del crecimiento, según las necesidades del individuo, es el proceso a través del cual el individuo organiza y simboliza sus creencias acerca de sí mismo, de su contexto y del mundo externo ajeno a sí...”
Pero experimentar crecimiento personal supone integrar las diferentes partes que conforman el sistema humano y sus opuestos. Cuando un polo está alienado, excluimos una gama importantes de elecciones y comportamientos potenciales existentes en nuestra condición y posibilidades como seres humanos. En tal situación nuestra forma de ser y estar en el mundo es inauténtica, por carecer de uno de los elementos constituyentes y definitorios de nuestra naturaleza. En este caso la forma de andar en el mundo es la del control, excluyendo la opción de la libertad: espontaneidad, autenticidad, congruencia, autonomía. Perdemos además flexibilidad y adaptabilidad, pues al tener un polo alienado sólo contamos con las opciones que nos provee el polo identificado y aceptado, pero tenemos vedadas las posibilidades que potencialmente posee el polo rechazado – alienado. Esta situación nos coloca en una posición de vulnerabilidad y desventaja en nuestra interrelación con el medio ambiente.
INTEGRANDO NUESTRAS POLARIDADES
Al integrar nuestras polaridades podemos vernos y percibirnos en toda nuestra potencialidad – totalidad, desde una visión holística; nuestro funcionamiento se hace también más espontáneo: auténtico. Por otra parte, crecemos en nuestra capacidad de adaptación y gama de respuestas en nuestro intercambio con el medio ambiente, lo que incrementa considerablemente nuestra posibilidad de nutrirnos en nuestro intercambio con el entorno. El organismo además restablece su equilibrio y capacidad de autorregularse.
Integrar nuestros polos opuestos implica que potencialmente ambos polos están disponibles para moverme e interactuar con libertad con el medio ambiente. En tal estado me percibo interiormente y me siento capaz de desplegar todo el abanico de posibilidades de comportamientos y actitudes que me ofrece cada polo. Entonces entrarán en juego mis recursos: valores, competencias, preferencias, para optar con libertad por las posibilidades que me ofrece cada polo en particular, según mi conveniencia, mis necesidades y las circunstancias del momento.
“Es importante constatar que el hecho de conocer una característica y aceptarla no implica que ella tenga que presentarse de manera acentuada o activa en la conducta” (Doris Bersing). Por ejemplo, el hecho de reconocer mi parte violenta no hace de mí una persona violenta. Por el contrario, al aceptar nuestra parte violenta, la debilitamos a partir de la aceptación de ella y su contrario (nuestra parte pacífica). Pero si en vez de aceptar nuestra parte violenta, la negamos y reprimimos, en un momento determinado podemos dar lugar a una irrupción descontrolada de violencia peligrosa. Mi libertad de elección y mi capacidad de decisión son limitadas (estereotipadas, alienadas) a menos que me sienta y me perciba capaz de lo que me posibilita cada uno de los polos. En este sentido, la integración de mis polos me hace más auténtico y congruente.
La polaridad representa la diferenciación e integración de la naturaleza. La diferenciación conduce por sí misma a polaridades. El éxito en integrar los polos opuestos está en encontrar el punto de la adecuada tensión que utiliza cada uno de los dos polos de manera constructiva. Al integrar rasgos opuestos, completamos nuevamente a la persona. Por ejemplo: debilidad y bravuconería se integran como una silenciosa firmeza. Tal persona tendrá la posibilidad de ver la situación total sin perder los detalles. De este modo, obtiene una mejor perspectiva que le permite enfrentar la situación mediante la movilización de sus propios recursos.
BIBLIOGRAFÍA:
-Barroso Manuel. Autoestima: Ecología y Catástrofe, 1998
-Bersing Doris. Vivir un equilibrio frágil
-Feo Guillermo. Caos y Congruencia, 2003