PENSAMIENTOS SUGERENTES

"Conócete a ti mismo".
Sócrates, recordando la sentencia del dios Apolo, inscrita en la entrada del Templo de Delfos

"No es mirando a la luz como se vuelve uno luminoso, sino vertiendo luz en la propia oscuridad."
Carl Gustav Jung

"En general, los hombres no quieren que se les enseñe a pensar bien; prefieren que se les diga qué han de creer."
K. Gunnar Myrdal

"Una virtud básica del hombre es el pensamiento. ... Y tu vicio básico, la fuente de tus males, es ese acto antiético que algunos practican pero que no desean admitir: el acto de dejar la mente en blanco; la voluntaria suspensión de la propia conciencia, la negación a pensar; no la ceguera, sino el rechazo a ver, no la ignorancia, sino el rechazo a conocer."
Ayn Rand. La rebelión de Atlas.

"No querría con esta obra ahorrar a los demás el que piensen; al contrario, si fuera posible, querría incitarlos a pensar personalmente."
Wittgenstein

martes, 24 de febrero de 2015

EL LADO OSCURO DE LA VIDA COTIDIANA

“¿Cómo puede haber tanta maldad en el mundo? Conociendo a la humanidad lo que me asombra es que no haya más”.
WOODY ALLEN, Hannah y sus hermanas

“El mal de nuestro tiempo consiste en la pérdida de la conciencia del mal”.
                Krishnamurti

“Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestra vida como destino”.
                C.G. Jung

En 1886 -más de una década antes de que Freud se zambullera en las profundidades de la mente humana- Robert Louis Stevenson tuvo un sueño muy revelador en el que un hombre perseguido por haber cometido un crimen ingiere una pócima y sufre un cambio drástico de personalidad que le hace irreconocible. De esta manera, el Dr. Jekyll, un amable y esforzado científico, termina transformándose en el violento y despiadado Mr. Hyde, un personaje cuya maldad iba en aumento a medida que se desarrollaba el sueño.
Stevenson utilizó la materia prima de este sueño como argumento para escribir su hoy famoso " El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde". Con el correr de los años el tema de esta novela ha terminado formando parte integral de nuestra cultura popular y no es infrecuente escuchar a nuestros semejantes tratando de explicar su conducta con justificaciones del tipo: «no era yo mismo», «era como si un demonio le poseyera» o «se convirtió en una bruja», por ejemplo. Según el analista junguiano John A. Sanford, los argumentos que resuenan en gran parte de la humanidad encierran cualidades arquetípicas que pertenecen a los sedimentos más universales de nuestro psiquismo. 
Cada uno de nosotros lleva consigo un Dr. Jekyll y un Mr. Hyde, una persona afable en la vida cotidiana y otra entidad oculta y tenebrosa que permanece amordazada la mayor parte del tiempo. Bajo la máscara de nuestro Yo consciente descansan ocultas todo tipo de emociones y conductas negativas -la rabia, los celos, la vergüenza, la mentira, el resentimiento, la lujuria, el orgullo y las tendencias asesinas y suicidas, por ejemplo-. Este territorio arisco e inexplorado para la mayoría de nosotros es conocido en psicología como sombra personal. 

Introducción a la sombra

La sombra personal se desarrolla en todos nosotros de manera natural durante la infancia. Cuando nos identificamos con determinados rasgos ideales de nuestra personalidad -como la buena educación y la generosidad, por ejemplo, cualidades que, por otra parte, son reforzadas sistemáticamente por el entorno que nos rodea- vamos configurando lo que W. Brugh Joy llama el Yo de las Resoluciones de Año Nuevo. No obstante, al mismo tiempo, vamos desterrando también a la sombra aquellas otras cualidades que no se adecuan a nuestra imagen ideal -como la grosería y el egoísmo, por ejemplo -. De esta manera, el ego y la sombra se van edificando simultáneamente, alimentándose, por así decirlo, de la misma experiencia vital. 
Carl G. Jung descubrió la indisolubilidad del ego y de la sombra en un sueño que recoge en su autobiografía “Recuerdos, Sueños, Pensamientos”:

   Era de noche y me hallaba en algún lugar desconocido avanzando lenta y penosamente en medio de un poderoso vendaval. La niebla lo cubría todo. Yo sostenía y protegía con las manos una débil lucecilla que amenazaba con apagarse en cualquier momento. Todo parecía depender de que consiguiera mantener viva esa luz.
   De repente tuve la sensación de que algo me seguía. Entonces me giré y descubrí una enorme figura negra que avanzaba tras de mí. A pesar del terror que experimenté no dejé de ser consciente en todo momento de que debía proteger la luz a través de la noche y la tormenta.
   Cuando desperté me di cuenta de inmediato de que la figura que había visto en sueños era mi sombrala sombra de mi propio cuerpo iluminado por la luz recortándose en la niebla. También sabía que esa luz era mi conciencia, la única luz que poseo, una luz infinitamente más pequeña y frágil que el poder de las tinieblas pero, al fin y al cabo, una luz, mi única luz. 

Son muchas las fuerzas que coadyuvan a la formación de nuestra sombra y determinan lo que está permitido y lo que no lo está. Los padres, los parientes, los maestros, los amigos y los sacerdotes constituyen un entorno complejo en el que aprendemos lo que es una conducta amable, adecuada y moral y lo que es un comportamiento despreciable, bochornoso y pecador.
La sombra opera como un sistema psíquico autónomo que perfila lo que es el Yo y lo que no lo es. Cada cultura -e incluso cada familia - demarca de manera diferente lo que corresponde al ego y lo que corresponde a la sombra. Algunas, por ejemplo, permiten la expresión de la ira y la agresividad mientras que la mayoría, por el contrario, no lo hacen así; unas reconocen la sexualidad, la vulnerabilidad y las emociones intensas y otras no; unas, en fin, consienten la ambición por el dinero, la expresión artística y o el desarrollo intelectual mientras que otras, en cambio, apenas si las toleran.
En cualquiera de los casos, todos los sentimientos y capacidades rechazados por el ego y desterrados a la sombra alimentan el poder oculto del lado oscuro de la naturaleza humana. No todos ellos, sin embargo, son rasgos negativos. Según la analista junguiana Liliane Frey-Rohn, este misterioso tesoro encierra tanto facetas infantiles, apegos emocionales y síntomas neuróticos como aptitudes y talentos que no hemos llegado a desarrollar. Así, en sus mismas palabras, la sombra «permanece conectada con las profundidades olvidadas del alma, con la vida y la vitalidad; ahí puede establecerse contacto con lo superior, lo creativo y lo universalmente humano».

La enajenación de la sombra

Nosotros no podemos percibir directamente el dominio oculto de la sombra ya que ésta, por su misma naturaleza, resulta difícil de aprehender. La sombra es peligrosa e inquietante y parece huir de la luz de la conciencia como si ésta constituyera una amenaza para su vida.
El prolífico analista junguiano James Hillman dice: «El inconsciente no puede ser consciente, la luna tiene su lado oscuro, el sol también se pone y no puede brillar en todas partes al mismo tiempo y aún el mismo Dios tiene dos manos. La atención y la concentración exigen que ciertas cosas se mantengan fuera del campo de nuestra visión y permanezcan en la oscuridad. Es imposible estar en ambos lugares al mismo tiempo».
Así pues, sólo podemos ver a la sombra indirectamente a través de los rasgos y las acciones de los demás, sólo podemos darnos cuenta de ella con seguridad fuera de nosotros mismos. Cuando, por ejemplo, nuestra admiración o nuestro rechazo ante una determinada cualidad de un individuo o de un grupo –como la pereza, la estupidez, la sensualidad o la espiritualidad, pongamos por caso - es desproporcionada, es muy probable que nos hallemos bajo los efectos de la sombra. De este modo, pretendemos expulsar a la sombra de nuestro interior proyectando y atribuyendo determinadas cualidades a los demás en un esfuerzo inconsciente por desterrarlas de nosotros mismos. 
La analista junguiana Marie -Louise von Franz ha insinuado que el mecanismo de la proyección se asemeja al hecho de disparar una flecha mágica. Si el receptor tiene un punto débil como para recibir la proyección la flecha da en el blanco. Así, por ejemplo, cuando proyectamos nuestro enfado sobre una pareja insatisfecha, nuestro seductor encanto sobre un atractivo desconocido o nuestras cualidades espirituales sobre un gurú, nuestra flecha da en el blanco y la proyección tiene lugar estableciéndose, a partir de entonces se produce un misterioso vínculo entre el emisor y el receptor, cosa que ocurre, por ejemplo, cuando nos enamoramos, cuando descubrimos a un héroe inmaculado o cuando tropezamos con alguien absolutamente despreciable, por ejemplo. 
Nuestra sombra personal [además] contiene todo tipo de capacidades potenciales sin manifestar, cualidades que no hemos desarrollado ni expresado. Nuestra sombra personal constituye una parte del inconsciente que complementa al ego y que representa aquellas características que nuestra personalidad consciente no desea reconocer y, consecuentemente, repudia, olvida y destierra a las profundidades de su psiquismo sólo para reencontrarlas nuevamente más tarde en los enfrentamientos desagradables con los demás

 El encuentro con la sombra

Pero aunque no podamos contemplarla directamente la sombra aparece continuamente en nuestra vida cotidiana y podemos descubrirla en el humor (en los chistes sucios o en las payasadas, por ejemplo) que expresan nuestras emociones más ocultas, más bajas o más temidas. Cuando algo nos resulta muy divertido -el resbalón sobre una piel de plátano o el descubrimiento de un tabú corporal-, también nos hallamos en presencia de la sombra. Según John A. Sanford, la sombra suele ser la que ríe y se divierte, por ello es muy pro bable que quienes carezcan de sentido del humor tengan una sombra muy reprimida. 
La psicoanalista inglesa Molly Tuby describe seis modalidades diferentes para descubrir a la sombra en nuestra vida cotidiana:
·
·         En los sentimientos exagerados respecto de los demás. («¡No puedo creer que hiciera tal cosa!» «¡No comprendo cómo puede llevar esa ropa!»).
·         En el feedback negativo de quienes nos sirven de espejo. («es la tercera vez que llegas tarde sin decírmelo.»)
·         En aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador sobre
diferentes personas. («Sam y yo creemos que no has sido sincero con nosotros.»).
·         En las acciones impulsivas o inadvertidas. («No quería decir eso.»).
·         En aquellas situaciones en las que nos sentimos humillados. («Me avergüenza su modo de
tratarme.»).
·         En los enfados desproporcionados por los errores cometidos por los demás. («¡Nunca hace las
cosas a su debido tiempo!» «Realmente no controla para nada su peso.»).

También podemos reconocer la irrupción inesperada de la sombra cuando nos sentimos abrumados por la vergüenza o la cólera o cuando descubrimos que nuestra conducta está fuera de lugar. Pero la sombra suele retroceder con la misma prontitud con la que aparece porque descubrirla puede constituir una amenaza terrible para nuestra propia imagen. 
Es precisamente por este motivo que rechazamos tan rápidamente -sin advertirlas siquiera – las fantasías asesinas, los pensamientos suicidas o la embarazosa envidia que tantas cosas podría revelarnos sobre nuestra propia oscuridad. R. D. Laing describía poéticamente este reflejo de negación de la mente del siguiente modo: 

El rango de lo que pensamos y hacemos
está limitado por aquello de lo que no nos damos cuenta.
Y es precisamente el hecho de no darnos cuenta
de que no nos damos cuenta
lo que impide
que podamos hacer algo 
por cambiarlo.
Hasta que nos demos cuenta
de que no nos damos cuenta
seguirá moldeando nuestro pensamiento y nuestra acción.

Si la negación persiste, como dice Laing, ni siquiera nos daremos cuenta de que no nos damos cuenta. Es frecuente, por ejemplo, que el encuentro con la sombra tenga lugar en la mitad de la vida, cuando nuestras necesidades y valores más profundos tienden a cambiar el rumbo de nuestra vida  determinando incluso, en ocasiones, un giro de ciento ochenta grados y obligándonos a romper nuestros viejos hábitos y a cultivar capacidades latentes hasta ese momento. Pero a menos que nos detengamos a escuchar esta demanda permaneceremos sordos a sus gritos. 
La depresión también puede ser la consecuencia de una confrontación paralizante con nuestro lado oscuro, un equivalente contemporáneo de la noche oscura del alma de la que hablan los místicos. Pero la necesidad interna de descender al mundo subterráneo puede ser postergada por multitud de causas, como una jornada laboral muy larga, las distracciones o los antidepresivos que sofocan nuestra desesperación. En cualquiera de estos casos el verdadero objetivo de la melancolía escapa de nuestra comprensión.
Encontrar a la sombra nos obliga a ralentizar el paso de nuestra vida, escuchar las evidencias que nos proporciona el cuerpo y concedernos el tiempo necesario para poder estar solos y digerir los crípticos mensajes procedentes del mundo subterráneo.

La sombra colectiva

Hoy en día, cada vez que abrimos un periódico o vemos el telediario tropezamos cara a cara con los aspectos más tenebrosos de la naturaleza humana. Los mensajes emitidos a diario por los medios de difusión de masas a toda nuestra aldea global electrónica evidencian de continuo las secuelas más lamentables de la sombra. El mundo se ha convertido así en el escenario de la sombra colectiva.
La sombra colectiva –lo que colectivamente reprimimos en nosotros, como la maldad humana- reclama por doquier nuestra atención: vocifera desde los titulares de los quioscos; deambula desamparada por nuestras calles dormitando en los zaguanes; se agazapa detrás de los neones que salpican de color los rincones más sórdidos de nuestras ciudades; juega con nuestro dinero desde las entidades financieras; alimenta la sed de poder de los políticos y corrompe nuestro sistema judicial; conduce ejércitos invasores hasta lo más profundo de la jungla y les obliga a atravesar las arenas del desierto; trafica vendiendo armas a enloquecidos líderes y entrega los beneficios a insurrectos reaccionarios; poluciona nuestros ríos y nuestros océanos y envenena nuestros alimentos con pesticidas invisibles. 
Estas consideraciones no son el resultado de un nuevo fundamentalismo basado en una actualizada versión bíblica de la realidad. Nuestra época nos ha forzado a ser testigos de este dantesco espectáculo. No hay modo de eludir el espantoso y sombrío fantasma invocado por la corrupción política, el fanatismo terrorista y los criminales de cuello blanco. Nuestro apetito interno de totalidad –patente ahora más que nunca en el sofisticado engranaje de la comunicación global- nos exige hacer frente a la conflictiva hipocresía que se extiende por doquier. 
De este modo, mientras que muchos individuos y grupos viven los aspectos socialmente más benignos de la existencia otros, en cambio, padecen sus facetas más desagradables y terminan convirtiéndose en el objeto de las proyecciones grupales negativas de sombra colectiva (véase sino fenómenos tales como la caza de brujas, el racismo o el proceso de creación de enemigos, por ejemplo). Así, para el anticomunismo norteamericano la Unión Soviética es el imperio del mal mientras que los musulmanes consideran que los Estados Unidos encarnan el poder de Satán; según los nazis los judíos son sabandijas bolcheviques, en opinión de los monjes cristianos las brujas están aliadas con el diablo y para los defensores sudafricanos del apartheid y para los miembros del Ku Klux Klan los negros no son seres humanos y, por tanto, no merecen los derechos y los privilegios de los que gozan los blancos. 
El poder hipnótico y la naturaleza contagiosa de estas intensas emociones resultan evidentes en la expansión de la persecución racial, la violencia religiosa y las tácticas propias de la caza de brujas. Es como si unos seres humanos ataviados con sombrero blanco intentaran deshumanizar a quienes no lo llevan para justificarse a sí mismos y terminar convenciéndose de que exterminarlos no significa, en realidad, matar seres humanos. 
A lo largo de la historia la sombra ha aparecido ante la imaginación del ser humano asumiendo aspectos tan diversos como, por ejemplo, un monstruo, un dragón, Frankenstein, una ballena blanca, un extraterrestre o alguien tan ruin que difícilmente podemos identificarnos con él y que rechazamos como si de la Gorgona se tratara. Uno de las principales finalidades de la literatura y del arte ha sido la de mostrar el aspecto oscuro de la naturaleza humana. Como dijo Nietzsche: «El arte impide que muramos de realidad».
Cuando utilizamos el arte o los medios de difusión de masas -incluida la propaganda política- para referirnos a alguien y convertirlo en un diablo, estamos intentando debilitar sus defensas y adquirir poder sobre él. Esto podría ayudarnos a comprender la plaga del belicismo y del fanatismo religioso puesto que el rechazo o la atracción por la violencia y el caos de nuestro mundo nos lleva a convertir mentalmente a los demás en los depositarios del mal y los enemigos de la civilización. 
El fenómeno de la proyección también puede dar cuenta de la enorme popularidad de las novelas y de las película de terror ya que, de ese modo, la representación vicaria de la sombra nos permite reactivar y quizás liberar nuestros impulsos más perversos en el entorno seguro que nos ofrece un libro o una sala cinematográfica. Los cuentos para niños suelen referirse a la lucha entre las fuerzas del bien -ejemplificadas por las hadas- y las fuerzas del mal -representadas por espantosos demonios-. De este modo los niños suelen ser iniciados en el fenómeno de la sombra superando de manera vicaria las pruebas que deben afrontar sus héroes y sus heroínas, aprendiendo así las pautas universales del destino del ser humano. 
La censura actual se debate en el campo de los medios de comunicación de masas y de la música pero quienes se aprestan a silenciar la voz de la oscuridad no alcanzan a comprender nuestra urgente necesidad de escucharla. Así, si bien los censores se esfuerzan denodadamente en reescribir La Caperucita Roja para que ésta no termine siendo devorada por el lobo ignoran, por otra parte, que de ese modo lo único que consiguen es entorpecer el camino para que los niños afronten el mal con el que necesariamente deberán tropezar a lo largo de su vida. 
Cada familia, al igual que cada sociedad, tiene sus propios tabús, sus facetas ocultas. La sombra familiar engloba todos aquellos sentimientos y acciones que la conciencia vigílica de la familia considera demasiado amenazadoras para su propia imagen y, consecuentemente, rechaza. Para una honrada y conservadora familia cristiana puede tratarse de la adicción a la bebida o del hecho de casarse con alguien perteneciente a otra confesión religiosa; para una familia atea y liberal, en cambio, quizás se trate de las relaciones homosexuales, por ejemplo. En nuestra sociedad los malos tratos conyugales y el abuso infantil, oculto hasta hace poco en la sombra de la familia, emerge hoy en proporciones epidémicas a la luz del día. 
El lado oscuro de la sombra no constituye una adquisición evolutiva reciente fruto de la civilización y de la educación sino que hunde sus raíces en la sombra biológica que se asienta en nuestras mismas células. A fin de cuentas, nuestros ancestros animales consiguieron sobrevivir gracias a sus uñas y sus dientes. Nuestra bestia -aunque se mantenga enjaulada la mayor parte del tiempo- permanece todavía viva. 
Muchos antropólogos y sociobiólogos creen que la maldad humana es el resultado de refrenar nuestra agresividad, de elegir la cultura sobre la naturaleza y de perder el contacto con nuestro estado salvaje. En esta línea; el médico y antropólogo Melvin Konner cuenta en The Tangled Wing la historia de aquel hombre que fue al zoológico y acercándose a un cartel que decía «El Animal Más Peligroso de la Tierra» descubrió asombrado que se hallaba ante un espejo. 

Conócete a ti mismo

En la antigüedad los seres humanos conocían las diversas dimensiones de la sombra: la personal, la colectiva, la familiar y la biológica. En los dinteles de piedra del hoy derruido templo de Apolo en Delfos -construido sobre una de las laderas del monte Parnaso- los sacerdotes grabaron dos inscripciones, dos preceptos, que han terminado siendo muy famosos y siguen conservando en la actualidad todo su sentido. En el primero de ellos, «Conócete a ti mismo», los sacerdotes del dios de la luz aconsejaban algo que nos incumbe muy directamente: conócelo todo sobre ti mismo, lo cual podría traducirse como conoce especialmente tu lado oscuro.
Nosotros somos herederos directos de la mentalidad griega pero preferimos ignorar a la sombra, ese elemento que perturba nuestra personalidadLa religión griega, que comprendía perfectamente este problema, reconocía y respetaba también el lado oscuro de la vida y celebraba anualmente -en la misma ladera de la montaña- las famosas bacanales, orgías en las que se honraba la presencia contundente y creativa de Dionisos, el dios de la naturaleza, entre los seres humanos. 
Hoy en día Dionisos perdura entre nosotros en forma degradada en la figura de Satán, el diablo, la personificación del mal, que ha dejado de ser un dios a quien debemos respeto y tributo para convertirse en una criatura con pezuñas desterrada al mundo de los ángeles caídos. 
Marie -Louise von Franz reconoce las relaciones existentes entre el diablo y nuestra sombra personal afirmando: «En la actualidad, el principio de individuación está ligado al elemento diabólico ya que éste representa una separación de lo divino en el seno de la totalidad de la naturaleza. De este modo, los elementos perturbadores -como los afectos, el impulso autónomo hacia el poder y cuestiones similares- constituyen factores diabólicos que perturban la unidad de nuestra personalidad». 

Nada en exceso

La segunda inscripción cincelada en Delfos, «Nada en exceso», es, si cabe, todavía más pertinente a nuestro caso. Según E. R. Dodds, se trata de una máxima por la que sólo puede regirse quien conoce a fondo su lujuria, su orgullo, su rabia, su gula -todos sus vicios en definitiva - ya que sólo quien ha comprendido y aceptado sus propios límites puede decidir ordenar y humanizar sus acciones.
Vivimos en una época de desmesura: demasiada gente, demasiados crímenes, demasiada explotación, demasiada polución y demasiadas armas nucleares. Todos reconocemos y censuramos estos abusos aunque al mismo tiempo nos sintamos incapaces de solucionarlos. 
¿Pero qué es, en realidad, lo que podemos hacer con todo esto? La mayor parte de las personas destierran directamente las cualidades inaceptables e inmoderadas a la sombra inconsciente o las expresan en sus conductas más oscuras. De este modo, sin embargo, los excesos no desaparecen sino que terminan transformándose en síntomas tales como los sentimientos y las acciones profundamente negativas, los sufrimientos neuróticos, las enfermedades psicosomáticas, las depresiones y el abuso de drogas, por ejemplo. 
El hecho es que cuando sentimos un deseo muy intenso y lo relegamos a la sombra opera desde ahí sin tener en cuenta a los demás; cuando estamos muy hambrientos y rechazamos ese impulso terminamos atormentando a nuestro cuerpo comiendo y bebiendo en exceso; cuando sentimos una aspiración elevada y la desterramos a la sombra nos condenamos a la búsqueda de gratificaciones sustitutorias instantáneas o nos entregamos a actividades hedonistas tales como el abuso de alcohol o drogas. La lista podría ser interminable pero lo cierto es que podemos observar por doquier los excesos del crecimiento desmesurado de la sombra:

  •          La amoralidad de la ciencia y la estrechísima colaboración existente entre el mundo de los negocios y la tecnología pone en evidencia nuestro deseo incontrolado de aumentar nuestro conocimiento y nuestro dominio sobre la naturaleza.
  •          El papel distorsionado y codependiente de quienes se dedican a las profesiones de ayuda y la codicia de médicos y empresas farmacéuticas que se manifiesta en la compulsión farisaica a ayudar y curar a los demás.
  •          La apatía del trabajo alienante, la rápida obsolescencia generada por la automación y la hubris del éxito se expresan en la aceleración y deshumanización de los trabajos.
  •          El interés desmesurado en la maximización de los beneficios y el progreso que se evidencian en el crecimiento a ultranza del mercantilismo.
  •          El consumismo, el abuso de la publicidad, el derroche y la polución desenfrenada nos revelan el grado de materialismo hedonista existente en nuestra sociedad.
  •          El narcisismo generalizado, la explotación personal, la manipulación de los demás y el abuso de mujeres y niños evidencia el deseo de controlar las dimensiones innatamente incontrolables de nuestra propia vida.
  •          La obsesión por la salud, las dietas, los medicamentos y la longevidad a cualquier precio testimonia nuestro permanente miedo a la muerte.


Estas facetas oscuras impregnan todos los estratos de nuestra sociedad y las soluciones que suelen ofrecerse a los excesos de la sombra colectiva, no hacen más que agravar el problema. Consideremos, por ejemplo, las atrocidades cometidas por el fascismo y el autoritarismo en Europa -intentos reaccionarios de solucionar el desorden social, la decadencia y la permisividad de la época o el moderno resurgimiento del fundamentalismo religioso y político que se extiende por doquier y que, en palabras de W. B. Yeats, ha «desatado la anarquía sobre el mundo». 
A esto se refería Jung cuando decía: «Hemos olvidado ingenuamente que bajo el mundo de la razón descansa otro mundo. Ignoro lo que la humanidad deberá soportar todavía antes de que se atreva a admitirlo».

Ahora o nunca

Desde tiempo inmemorial la historia nos evidencia las plagas de la maldad humana. Naciones enteras han caído en ataques de histeria colectiva de dimensiones devastadoras. Hoy en día el aparente final de la guerra fría nos coloca en una situación excepcionalmente esperanzadora. Por primera vez las naciones parecen reflexionar sobre sí mismas y tratan de cambiar de rumbo. El siguiente artículo, citado por Jerome S. Bernstein en su libro Power and Politics, es sumamente elocuente a este respecto. El 11 de junio de 1988 el Philadelphia Inquirer comentaba del siguiente modo la noticia del gobierno soviético anunciando la suspensión temporal de los exámenes de historia en todo el país: 

La Unión Soviética anunció ayer la suspensión de los exámenes finales de historia de más de cincuenta y tres millones de estudiantes arguyendo que los textos de historia habían envenenado con mentiras «las mentes y los cuerpos» de generaciones enteras de niños soviéticos.
Isvestia, órgano oficial del gobierno, afirmaba que esta decisión excepcional pretende acabar con la transmisión de mentiras de generación en generación, un proceso que originó la consolidación de un sistema político y económico estalinista al que los actuales líderes quieren poner fin.
«La culpabilidad de quienes han engañado de ese modo a generaciones enteras... es inconmensurable», rezaba uno de los titulares del artículo. «Hoy estamos recogiendo los amargos frutos de nuestra propia lasitud moral, estamos pagando por la conformidad y el silencio aprobador que tanto nos avergüenza y que impide que podamos mirar a la cara y responder sinceramente a las preguntas de nuestros hijos».

Esta admirable confesión pública de toda una nación jalona el final de una era. Según Sam Keen, autor de Faces of the Enemy, «las únicas naciones seguras son aquellas que recurren de manera sistemática a la vacuna de la libertad de prensa y en la que se desoyen los gritos emponzoñados que apelan al "destino divino" y la paranoia santificada». Hoy en día el mundo se mueve en dos direcciones aparentemente opuestas, una de ellas se aleja de los regímenes fanáticos y totalitarios mientras que otra se dirige hacia ellos. Ante tales fuerzas nos sentimos impotentes o experimentamos una sensación de culpabilidad por nuestra complicidad inconsciente en la situación en que se halla inmerso nuestro mundo. Hace ya más de medio siglo que Jung describió explícitamente la naturaleza de este vínculo: «La voz interna pertenece a la conciencia cualesquiera sean los sufrimientos de la totalidad -sea cual fuere la nación o la humanidad de la que formemos parte. El mal se presenta pues en forma individual y debemos comenzar suponiendo que sólo constituye un rasgo del carácter individual». 
Sólo disponemos de una forma de protegernos de la maldad humana representada por la fuerza inconsciente de las masas: desarrollar nuestra conciencia individual y social. Si desperdiciamos esta oportunidad para aprender o fracasamos en actualizar lo que nos enseña el espectáculo de la conducta humana perderemos nuestra capacidad de cambiarnos a nosotros mismos y, consecuentemente, de cambiar también al mundo. El mal permanecerá siempre con nosotros lo cual no significa, sin embargo, que debamos tolerar sus desmesuradas consecuencias. 
En 1959 Jung dijo: «Es inminente un gran cambio en nuestra actitud psicológica. El único peligro que existe reside en el mismo ser humano. Nosotros somos el único peligro pero lamentablemente somos inconscientes de ello. En nosotros radica el origen de toda posible maldad». 
Walt Kelly, el dibujante de Pogo, dijo simplemente: «Hemos encontrado al enemigo, somos nosotros mismos». Hoy en día debemos renovar el significado psicológico de la idea de poder individual. La frontera para enfrentarnos a la sombra se halla -hoy como siempre - en el interior del individuo. 

Recuperar la sombra

El descubrimiento de la sombra tiene por objeto fomentar nuestra relación con el inconsciente y expandir nuestra identidad compensando, de ese modo, la unilateralidad de nuestras actitudes conscientes con nuestras profundidades inconscientes. 
Según el novelista Tom Robbins «descubrir la sombra nos permite estar en el lugar correcto del modo correcto». Cuando mantenemos una relación correcta con la sombra el inconsciente deja de ser un monstruo diabólico ya que, como señalaba Jung, «la sombra sólo resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención». 
Cuando mantenemos una relación adecuada con la sombra reestablecemos también el contacto con nuestras capacidades ocultas. El trabajo con la sombra -un término acuñado para referimos al esfuerzo constante por desarrollar una relación creativa con la sombra- nos permite:

  •          Aumentar el autoconocimiento y, en consecuencia, aceptamos de una manera más completa.
  •          Encauzar adecuadamente las emociones negativas que irrumpen inesperadamente en nuestra vida cotidiana.
  •          Liberamos de la culpa y la vergüenza asociadas a nuestros sentimientos y acciones negativas.
  •          Reconocer las proyecciones que tiñen de continuo nuestra opinión de los demás.
  •          Sanar nuestras relaciones mediante la observación sincera de nosotros mismos y la comunicación directa.
  •          Y utilizar la imaginación creativa -vía sueños, pintura, escritura y rituales - para hacernos cargo de nuestro yo alienado.


Quizás... quizás de ese modo dejemos de oscurecer la densidad de la sombra colectiva con nuestras propias tinieblas personales. La astróloga y analista junguiana británica Liz Greene señala la naturaleza paradójica de la sombra como depositaria de la oscuridad y baliza que jalona el camino hacia la luz. En su opinión: «El lado enfermo y doliente de nuestra personalidad encierra simultáneamente a la sombra oscura que se niega a cambiar y al redentor que puede transformar nuestra vida y modificar nuestros propios valores. En cierto modo este redentor es anormal porque lleva consigo algún tipo de estigma. Por ello puede descubrir el tesoro escondido, salvar a la princesa o matar al dragón. La sombra es, pues, al mismo tiempo, aquello a redimir y el sufrimiento redentor».



[Extraído de: Connie Zweig y Jeremiah Abrams (Coord.) (1992). Encuentro con la Sombra: El poder del lado oscuro de la naturaleza humana. Barcelona: Kairós. Introducción. ]

Extracción hecha por:
Lic. Wladimir Oropeza H.
Psicólogo – Profesor universitario

SOBRE "50 SOMBRAS DE GREY" Y NUESTRA SEXUALIDAD CONTEMPORÁNEA

Aprovecho el comentario de una amiga, Norelba Salas Granado, expresando en un comentario en Facebook, que "...Mucha propaganda, mucha expectativa y la película es un desastre!!!" (sic). No he visto la película todavía, pero puedo comprender tu apreciación. Estoy de acuerdo, con algunos críticos, que la novela es pobre desde el punto de vista literario. Y en este sentido me uno a ti. Incluso, muchas mujeres han expresado que ya el segundo y tercer libro es repetitivo o monótono. 



Pero desde el punto de vista psicológico comprendo el tremendo efecto colectivo que ha traído, al incidir sobre la CULTURA PURITANA, propia de nuestra tradición judeocristiana (el lado sombrío de nuestra herencia religiosa) que decantó en el siglo XIX con la moral victoriana y malformó más aún nuestra forma de vivir y asumir la sexualidad, dándole material de sobra a Sigmund Freud para denunciar dicha cultura represiva. "50 Sombras de Grey" propició un levantamiento del velo represivo puritano y permitió que muchísimas mujeres se conectaran con sus fantasías más profundas respecto al goce sexual, eso que Freud y Lacan llamarían "las fantasías perverso polimorfas del goce sexual que busca el goce absoluto" (y no se considere aquí lo de perverso en el sentido de malo moral o religiosamente como ha sido considerado, sino de distinto a lo psicosocialmente establecido, que fue la significación que Freud sanamente le dio). Y al asumir dichas fantasías, da la oportunidad para ir más allá de las represiones culturales morales y religiosas establecidas desde hace mucho tiempo (con lo cual no denuncio por completo la moral y la religión, sino su lado sombrío). Y desde este punto de vista celebro su creación, Norelba, aunque sea una novela no literaria y un fenómeno propagandístico sin la dimensión estética propia del arte.

La fidelidad cinematográfica a las obras (cuentos, novelas, etc.) no necesariamente es lo mejor. Tal vez la película (que no he visto todavía, repito), pudo haberse hecho mejor. Pero hay intereses comerciales que apuntan a querer darle al público lo que pide. ¿Y cuál es el grado de desarrollo que hemos alcanzado, como mayorías o pensamiento-masa, respecto a lo artístico, tomando en cuenta que lo sexual puede tener su dimensión estética, incluso en su forma de presentar lo explícito del sexo?

Dentro de nuestra cultura sexoneurótica (en sus dos extremos: represión puritana y libertinaje promiscual, insatisfactorio ambos y estimuladores del consumismo, con su particular psicología sectaria), resulta interesante decir algo como esto: LO SAGRADO (QUE ES DIVINO) SE PUEDE REALIZAR EN NUESTRA VIDA DESDE LA DIMENSIÓN SEXUAL. PERO, ¿NOS ENSEÑAN EN NUESTRA CULTURA, AMIGO(A)S, A CRECER EN EXPANSIÓN ORGÁSMICA PARA ALCANZAR Y REALIZAR EL "CIELO DEL PLACER" QUE EN OTRAS CULTURAS BIEN CONOCEN?

Gracias por esta oportunidad, Norelba Salas Granado, y sigamos disfrutando de las obras de Stephen King (que lees en este momento) y otros novelistas, a la vez que enriquecemos nuestra vida sexual, explorando las dimensiones desconocidas de nuestra sexualidad, hasta donde veamos que nos resulte placentero y bueno para nuestro crecimiento en expansión orgásmica y en amor hacia sí mismo y, ¿por qué no?, hacia nuestra pareja. Hay muchas formas en que las personas deciden vivir su sexualidad, y cada cual ha de aprender a conocer qué le resulta.

Es una obra que levanta muchas pasiones, obviamente, y da pie para revisar nuestras creencias y posturas, sobre todo la naturaleza de nuestras pasiones y nuestra lado sectario-condenatorio y limitador de la libertad humana.

Y gracias a Julie Soto, por ayudarme a entender en nuestra conversaciones eso que Wilhelm Reich, en su tremendo libro "LA FUNCIÓN DEL ORGASMO" (una de las mejores obras que se hayan escrito en nuestra cultura sobre la necesidad de superar nuestras limitaciones orgásmicas): es mejor hacer el amor, tener sexo (dos aspectos de una misma moneda), que proyectar nuestra guerra interior (la que vivimos en nuestra Sombra) sobre el mundo, contribuyendo al caos que reproducimos.

Wladimir Oropeza Hernández
Psicólogo clínico / Asesor psicológico vocacional
Coach con PNL Neurointegrativo
Maestrante de Orientación Educativa del IMPM

jueves, 29 de mayo de 2014

Relación entre Felicidad o Bienestar Psicológico, riqueza, belleza y fama

MODELO PERMA

A través del Modelo PERMA de la Psicología Positiva desmentimos este mensaje de Audrey, si se entiende el mensaje como que la belleza es la que brinda la felicidad, sabiendo que no correlaciona eso de ser felices y ser bellas:



La felicidad (entendida actualmente como bienestar psicológico, nacido del Florecimiento Humano) tiene muy poco que ver ni con belleza/fealdad, ni con riqueza/pobreza (¡aunque usted no lo crea!) ni con salud/enfermedad. Para ser más exacto, en base a los estudios que se han realizado, estos factores pertenecen a lo que podemos denominar factores situacionales (aporta uno 10% a la felicidad), teniendo más peso los aspectos hereditarios (50% de aporte por parte de nuestra personalidad heredada, dentro de lo cual está nuestro temperamento innato) y los relativos al cultivo del carácter (o personalidad adquirida en la familia y entorno social y cultural, conformado por hábitos conductuales, afectivos y conductuales y nuestros rasgos positivos de carácter o fortalezas -obviamente basada en talentos- y virtudes, que aportan el 40% restante). Además de la "personalidad heredada" (nacemos con ella) y la "personalidad adquirida" (aprendida durante nuestra infancia y adolescencia temprana), tenemos la "personalidad elegida": cómo elegimos ser, conscientemente. ¿Cómo has elegido ser?

El Bienestar Psicológico actualmente está más relacionado, desde los estudios científicos de la Psicología Positiva reitero, con los aspectos de la vida descrito en el Modelo PERMA, que es el segundo modelo de la Felicidad de Seligman (2011):

Los aspectos que acá se resumen (llamados en su conjunto Florecimiento Humano) tienen una real relación directa y positiva con el Bienestar Psicológico:

PEmociones positivas (o vida placentera), que es el experimentar este tipo de emociones, en tu vida diaria, respecto a nuestro pasado, presente o futuro, y, por ende, hacer uso de nuestras fortalezas para que cada día vivamos más dichas emociones, si dejar de experimentar las que consideramos emociones negativas básicas (como el miedo, la ira, la tristeza), pero aprendiendo a salir de ellas al obtener la información que nos brindan y conectar, entonces, con emociones positivas.

ECompromiso (involucramiento o vida comprometida) en la realización frecuente de "experiencias óptimas de flujo (flow)", sea en nuestro trabajo o en otras actividades. El experimentar "flow" al hacer algo, implica que sentimos lo que hacemos es retador, es decir, nos exige hacer uso de nuestras capacidades, talentos o fortalezas en un alto grado, experimentamos un alto nivel de concentración, hasta el punto de perder la noción del tiempo, sentimos que "fluimos" con naturalidad o soltura, aunque tengamos que invertir un esfuerzo significativo, y nos sentimos satisfecho con esa experiencia de "flujo".

RRelaciones positivas. Referidas a las relaciones familiares, laborales, vecinales, con amigos, etc., que generan satisfacción o bienestar. Las emociones que mayormente se comparten son positivas: agradecimiento, alegrías, placer, amor, felicidad, y hasta se puede decir que son relaciones nutritivas o que fomentan el crecimiento.

MSignificado o vida significativa. Alude a llevar una vida direccionada por un sentido existencial trascendente, que va más allá del propio ego, es decir, un significado propio que te lleva a usar tus fortalezas en la creación de una conexión positiva y evolutiva con tu familia, la comunidad, el país, el planeta, ciertos Valores o Virtudes (la Paz, el Amor, la Verdad, la Belleza), Dios (en cualquiera de sus diversas manifestaciones culturales). Personas que viven haciendo trabajos comunitarios o en fundaciones, o que están dedicadas a significativos objetivos científicos, humanísticos, artísticos o religiosos.

ALogro. Referido a las metas internas (locus de control interno), valiosas y retadoras que muchas personas se establecen frecuentemente en su vida, haciendo esfuerzos positivos para alcanzarlas (una profesión, una empresa, romper o establecer un record, etc.). Toman en cuenta su nivel de desempeño (obtener feedback) y buscan mejorarlo.

Como pueden ver, el Modelo PERMA establece que el Florecimiento Humano se sostiene por el desarrollo y aplicación de las FORTALEZAS de carácter, por lo cual es importante conocer nuestros talentos (capacidades subyacentes) y nuestras fortalezas.

Veamos el conjunto de Fortalezas (24) y Virtudes (6) que hemos desarollado y sobre las que podemos trabajar (recordemos que tenemos una "personalidad elegida" como margen de acción):

 ¿Cuáles son las fortalezas y virtudes que posees y constituyen tu "capital psíquico", que siempre llevas contigo? ¿Usas tu capital psíquico a diario? ¿Puedes usarlo de una manera más satisfactoria y frecuente? ¿Cómo las usas o puedes usar para enfrentar las situaciones adversas de tu vida?
Por lo expuesto muy sintéticamente, lo que muchos malentienden en la frase dicha por Audrey (que ser bella es ser feliz), no pasa de ser una "opinión" sin basamento científico, pero que forma parte de los mitos que hay en torno a la felicidad, ampliamente difundidos en nuestra cultura consumista y narcisista que promueve el "tener" sobre el "Ser", las operaciones estéticas de forma desmesurada y la fantasía de la fama como satisfactores máximos del Bienestar, cuando se conoce ya la realidad: el desconocerse masivamente que los factores situacionales o contextuales aportan muy poco y por poco tiempo a nuestro Bienestar Psicológico o a nuestra Felicidad, aunque usted no lo crea

Con esto no estoy diciendo que no sea rico o no busque mejorar su nivel de prosperidad económica, no se opere (hay muchas operaciones médicamente recomendadas) y no busque la fama (hay algunos talentos, "el Competitivo" y el de "Excelencia", ligado con la búsqueda de situaciones que promueven la fama, como pasa con algunos deportistas, actores, políticos, etc.). Pero sí se le dice que no siga creyendo que su "nivel basal de felicidad" (dado por su herencia genética y su temperamento), al que generalmente regresamos posterior a los cambios contextuales de la vida, se ha de incrementar en altísima y sostenida intensidad en el tiempo por ser rico (o más rico), por hacerse más bello o tener fama. Y para ser más preciso: es importantísimo promover el Florecimiento Humano sobre todo (no únicamente, pero sí en mayor medida) por el desarrollo y satisfacción de nuestras NECESIDADES, mediante el desarrollo y aplicación diaria de nuestras CAPACIDADES (talentos, fortalezas, virtudes, inteligencias múltiples, dones...). Y las políticas públicas deberían estar orientadas a promover dicho Florecimiento en democracia.

Este es un tema que me hubiera gustado destacar en la entrevista sobre talentos que me hicieron en Globovisión (http://www.dailymotion.com/video/x1umzo6_especialistas-recomiendan-a-los-padres-promover-autoconocimiento-en-sus-hijos_news?start=0) junto a mi excelente colega César Yacsirk, para destacar algo tan vital: la relación entre talentos, fortalezas, felicidad o bienestar psicológico, productividad y bienestar económico. Lástima que no hubo suficiente tiempo.

¿Y usted qué opina?

Wladimir Oropeza Hernández
Psicólogo / Asesor vocacional y del Potencial Humano
Coach con PNL Neurointegrativo

lunes, 25 de junio de 2012

INDIVIDUALISMO ECOLÓGICO VS EGOCENTRISMO

Así como diferencio entre egoísmo (que lo considero conveniente, porque en su verdadera acepción alude a "procurarse todo lo que se necesita para vivir" como dice Ayn Rand, pero luego tergiversaron su sentido con la moral colectivista del sacrificio) y egocentrismo (incapacidad para ver las cosas desde las perspectivas de otras personas, y/o pensando como único importante o válido el propio ego), tengo mi opinión personal con respecto al individualismo, considerándolo una actitud necesaria en la vida. El individualismo para mí no necesariamente lleva al egocentrismo, pero sí implica el desarrollo de las potencialidades del individuo y de un alto grado de autonomía con respecto a la opinión y al sentir público. Ser individualista es llevar las potencialidades de tu Ser a tu vida diaria, de forma integrada y no fragmentada ("ser un individuum"), tendiendo a que los Valores-del-Ser se manifiesten de forma particular para cada persona. Al vivirse de manera integrada y armónica todas sus partes, el individuo vive ecológicamente, es decir, con conciencia de las múltiples necesidades de sus partes (sean los nombres que les quieras dar) y de las del entorno y los otros, actuando desde sus valores más evolutivos para satisfacer esas necesidades.

Por ello, estoy de acuerdo con Jung sobre la necesidad de estimular el proceso de individuación en sí y en los demás. O eres un individuo que tienes individuados los dones, virtudes, talentos y valores de tu Ser, o eres un seguidor más, a lo zombie, de la psique colectiva y los valores del hombre-masa (Ortega y Gasset).
Y como dice Maslow, el hombre autorrealizado es egoísta y prosocial a la vez, ha resuelto esta división e integrado esta polaridad, pero nada de eso de altruismo sacrificial para provecho de los lobos que practican la moral saqueadora que exigen el sacrificio del ego ajeno y su vida al servicio de intereses no evolutivos.

Sé que el pseudoindividualismo del capitalismo requiere mayor desarrollo porque no ha sido cultivado ecológicamente: por ello hablo de la "perogrullada" individualismo ecológico, para resaltar que la persona ha adquirido autonomía respecto a la moral e ideología colectiva, a la vez que está conscientemente conectado con el mundo exterior y los demás. Hay que tener cuidado con la moral altruista del colectivismo, porque subrepticiamente exigen el sacrifico del individuo a la moral de la mayoría. ¿Y si esa mayoría tiene valores negativos nada evolutivos, como se aprecia entre la mayoría de la dirigencia política que propugna el colectivismo y la misma masa que en su mayoría quiere vivir a cuesta de los productores-emprendedores-creadores o establecer un régimen de distribución no meritorio?

En fin: o eres un seguidor de la moral colectiva o eres un individuo ecológico o eres un egocentrista. Aristóteles decía que la virtud está en el punto medio. Axel Capriles bien dice que entre nosotros priva el individualismo anárquico: prefiero llamarlo "egocentrismo anárquico venezolano". Dese cuenta qué posición, consciente o inconscientemente, usted ha elegido en su vida y ha transmitido a sus hijos.

Aclaratoria: el individualista puede tener el talento Empatía (capacidad perceptiva de ponerse en la perspectiva del otro, y ver lo mejor y lo peor de éste). El egocentrista no lo tiene, aunque se vista de tal, pudiendo presentarse como un salvador de los demás (sus rasgos psicopáticos-histriónicos le permiten mimetizarse). Para muestra, botones hay en nuestro medio social y político. 

Considero peligroso la trampa divisionista de la vieja espiritualidad y la ideología colectivista que no le dan su lugar al ego. El ego forma parte de esa estructura que es el individuo (siendo otras partes la Sombra, la Persona como máscara social, el Sí-mismo, etc., si nos basamos en Jung) y cumple una función muy importante. Pretender desconocer al ego o incluso proponer matarlo conlleva a la neurosis o a la locura. Lo que conviene hacer es darle su lugar, que deje de se "la loca de la casa" (por aquello de inflarse de poder y querer sojuzgar al resto de las partes) y que se alinee al Ser o Sí-mismo, quien tiene una mayor visión ecológica de la Realidad multidimensional.

¡Pero ojo! Como en nuestra cultura hay mucho de desvalorización hacia sí mismo y victimismo, se rechaza y hasta odia a las personas con un ego bien plantado, o a las personas con buena autoestima, porque despiertan las envidias más ocultas y el odio hacia sí mismo que palpita en las entrañas de nuestro inconsciente colectivo.

Wladimir Oropeza

sábado, 24 de marzo de 2012

Sobre la crianza, la docencia y los distintos niveles de aprendizaje o cambio en el ser humano

Leyendo un artículo del blog Inspirulina.com titulado "El conductismo fashion" (http://www.inspirulina.com/el-conductismo-fashion.html) no pude evitar pensar sobre el tema y rápidamente conectarme con la Pedagogía, la Enseñanza Andragógica y las Teorías del Aprendizaje. ¿Cómo aprendemos las personas? ¿Existen diversos niveles del aprendizaje o del cambio? ¿Es conveniente alinearse con una visión parcelada del aprendizaje y no considerar la realidad multidimensional del hombre?

Mi comentario al artículo, que les recomiendo leer ya que versa sobre una manera de criar y/o enseñar, fue lo siguiente:

En principio, el tema es harto interesante e importante.

Rápidamente me hizo recordar el programa de la "Superniñera" británica que pasan en la TV por cable (no recuerdo el canal ahorita). Ese programa nos interesó a mi esposa y a mí como psicólogos, sin ser de la tendencia conductista. Consideramos que no dejaba de ser interesante porque algo aprenden los padres, ciertas nociones básicas que creo no podemos obviar: el aprendizaje puede verse influido por las consecuencias contingentes a las conductas que emitimos, y la comunicación es muy importante en el proceso de crianza (la Superniñera les enseña a los padres comunicación asertiva). Y estos dos elementos no deja de ser válido en su nivel y grado en la crianza de los niños, aunque Bandura (con su conductismo cognitivo-social o aprendizaje vicario o social) demostró que el aprendizaje no sólo se daba por reforzamiento, sino también por modelaje: al observar lo que hacen los demás (sobre todo los padres) y evaluar las consecuencias que siguen a las conductas de dichos modelos (reforzamiento o castigo vicario). Bandura elevó el proceso de aprendizaje a un nivel más propio de lo humano, pero no hay que olvidar la validez de los principios de reforzamiento, castigo y extinción, sin caer en el error de reducir el aprendizaje a ellos ni a el enfoque conductista skinneriano y mucho menos a la simple búsqueda de crear niños obedientes. El que se busquen criar niños así no invalida que estos principios sirvan ni el hecho que los usamos de manera consciente o inconsciente.

Valga decir, para aclarar bien mi postura: no soy conductista, pero considero que sus principios, sobre todos sin olvidar a Bandura, operan en un nivel de nuestra proceso de aprendizaje, así como en un nivel superior el aprendizaje constructivista y humanista (con su consideración respecto a la intencionalidad de la conducta, los valores, el respeto por la persona, la promoción de la autorrealización, etc.) también manifiestan su validez. Reducir el proceso de aprendizaje a los principios conductistas pavlovianos y skinnerianos es un error, y negarlos (obviando su participación en nuestros procesos de socialización primaria y secundaria) es otro error. En un nivel de análisis e intervención operan estos principios del aprendizaje, tal como lo podemos apreciar al considerar los Niveles Neurológicos de la PNL creados por Robert Dilts a partir de los Niveles Lógicos del aprendizaje y el cambio de Gregory Bateson (ver imagen anexa).


Podemos ver en el gráfico arriba expuesto que hay un nivel de intervención conductual donde tendrán mayormente cabida las intervenciones basadas en los principios y metodologías skinnerianos, entre otras, y hay niveles mayores donde se propician cambios o aprendizajes a nivel de valores y creencias, que muy seguramente afectarían los niveles inferiores: un principio de los Niveles Neurológicos es que cambios en un nivel específico (por ejemplo, a nivel de las conductas, o de las capacidades, o de los valores) provocará con muy alta probabilidad cambios en los niveles inferiores, pero no necesariamente inducirá cambios en los niveles superiores).

Buscar erigir una sociedad solamente sobre la plataforma "tecnológica" de los principios conductistas del reforzamiento y el castigo me parece una locura, tal como se muestra en la película "La naranja mecánica" (que es una novela), donde imperan valores netamente instrumentales, tecnocráticos, sin considerar valores de otro orden, como los que establece el Humanismo, por ejemplo. Pero, a la vez, no desaprovechemos los aprendizajes que operan a nivel conductual y por modelaje (Bandura) y/o modelado (PNL, Aprendizaje Dinámico de Dilts). Es decir, el aprendizaje conductista skinneriano al que hacen alusión en el artículo de "Inspirulina" tiene su sentido en determinados momentos y por ello es racional su uso: todo dependerá de lo que quieres obtener, pero todos entramos en el juego de buscar modificar conductas y a los niños pequeños considero inevitables el irle moldeando sus conductas. Claro, me parece válido la crítica de

Hablando con una amiga psicóloga y profesora de la universidad donde trabajo, ella me hizo ver como muchos estudiantes y docentes de la upel tienden a tenerle un rechazo visceral al conductismo y a establecer una coalición apasionada con el constructivismo, pero es interesante lo que pasa cuando se les hace ver cómo usan los principios conductistas de manera "inconsciente" en su práctica docente y de crianza con sus hijos.
Definitivamente, aprendemos de muchas maneras, porque somos entes multidimensionales (ver imagen anexa de nuevo).

domingo, 7 de agosto de 2011

SOBRE EL REPETIDO ROLLO DE LA PAREJA

Conversando con una amiga que también "le mete" a las letras, le hice un comentario que quiero exponer ante el crisol virtual, y ver qué impresiones recojo de los sentires y pensares de aquellos que me lean.

El contexto de la frase es: Ya que mi amiga está en situación difícil con su pareja, le dije que tal vez sería conveniente aquello de "a Dios rogando y con el mazo dando". Y ella, que no le faltan espuelas, muy oronda respondió que le pasara el mazo para atestárselo a quién todos nos imaginamos debiera.

Y aquí va la frase que acto seguido, como amigo, le dije: En ocasiones los hombres necesitamos de ello, por ser en muchos casos "brutazos emocionales" ocasionales o padecer de "brutilupismo afectivo" crónico.

¡Son mis formas cada vez más frecuentes de traducir psicoliterariamente en español, con salero de mi Ser, la retahíla de categorías diagnósticas que tanto nos encasquetan en la cabeza!

Con esta frase no denigro del (mi) gremio masculino, sino que pongo en el tapete un problema históricamente añejo, que todavía está ranciamente presente. Sé que igual muchos me caerán encima, pero, ¡ni modo! Ser congruente con mi sentir y pensar debo, dejando acotado que no todo es malo, aunque también ante esto saltarán señoritas y señoras muy maltratadas que nada de bueno nos verán al gremio.

Es un problema psicocultural de la Sombra colectiva venezolana respecto al tremendo grado de divorcio que los hombres arrastramos entre nuestra sensibilidad y nuestra sexualidad. O si lo quieren de otra forma: la separación o escisión (general! habrán sus excepciones!) entre  la capacidad de amar (y lo que ello conlleva de ser vulnerable emocionalmente, entregarse y fusionarse con la mujer amada) y los dictámenes de los cojones. O como las féminas dicen: "¡pensar exclusivamente con la cabeza de abajo!"

¡Esta es una de las principales razones de tanto desencuentro entre las parejas! ¡En muchos hombres campea la escogencia de dos mujeres para dos roles que en su mente considera incompatibles: la santa para esposa y mujer de la casa, y la zángana o zorra para la cama! ¡Y esto es trágico señores y señoras! Porque dense cuenta de la dificultad de tales hermanos de mi gremio tienen al inconscientemente, ¡no poder reunir en una misma mujer la santidad (¡que no es beatería! ¡ojo!) y la orgía anhelada! ¡Tremendo rollo! Que le dificultará el acceso de poner volar en oleadas de orgasmos y amor en abrazos con su pareja. O como vemos en la película de Eliseo Subiela, "El lado oscuro del corazón", ser hombre más integradito: tener mejor unidas su torreón y su mazmorra. Y por ello poder salir a buscar la "mujer que vuela". ¡Que lo ponga a volar, pues! Quién tenga oídos u ojos, que escuche y vea.

[Nota: hay mujeres que no ponen a volar ni siquiera a un papagayo. También hay de nuestras féminas quienes un mal código psicosexual-cultural cargan a cuesta. Fin de la nota]

De allí que todavía se vea [con formas de variaciones sobre un mismo tema o de "dime de qué tanto presumes y te diré de qué careces"] lo que Freud y Jung psicoanalíticamente diagnosticaron en su tiempo de sexualidad victoriana, de cuyos coletazos culturales seguimos padeciendo secuelas.

Aprender a reconocer los entuertos psicoculturales que los del gremio arrastramos es preciso, porque si no la historia de pareja no tendrá final feliz: repetición de la larga estela de aventuras, sin "haber volado" con real potencia orgásmica ni un poquito, ¡y menos el planear aunque esa un ratico en los Cielos del Supremo Placer!.

Es bastante la tela que hay que cortar de este tema. Baste esto por ahora.

Fluyo vertiendo Luz donde las sombras se señorean. Estoy, con este escrito, más en paz con mis entrañas y con mi conciencia.

Wladimir Oropeza Hernández
Psicólogo de la Psique

martes, 3 de mayo de 2011

Sobre este viejo hábito de golpearnos con la misma piedra

La conciencia de fracaso y el principio de adversidad en la vida individual y colectiva



Como bien dice López-Pedraza, escribir sobre este tema, tomando en cuenta la tremenda orientación de nuestra cultura occidental hacia el culto extremo del éxito, hacia el triunfalismo, es complicado, ya que el proponer una entrada de la conciencia en estas aguas se hace difícil, porque lo relativo al fracaso (aquello que se repite como desastre, naufragio, desencanto , una y otra vez, aunque los episodios vistan diferentes ropajes) es objeto de una fuerte represión, no queriendo la gente en general saber de esto. Dice López-Pedraza que tomar conciencia de este aspecto (la conciencia del fracaso, de sus factores) nos empuja a un acto de reflexión (y pudiéramos agregar de valentía y honestidad), valga decir, a hacer un alto dentro de la locura y agitación en la que vivimos, para volcar la mente hacia adentro de nosotros (en lo individual y colectivo) y concientizar un movimiento psíquico que nos hace resistencia ante nuestros intentos de avance y nos invita a su reconocimiento.


Comenta el autor que la conciencia de fracaso se puede evidenciar en sus primeros pasos cuando alguien decide entrar en psicoterapia (o también al realizar una búsqueda espiritual auténtica, no “ligth”, agregaría) y dice estar experimentando una crisis o usa palabras similares. Pero ello no asegura que tome conciencia de la dimensión de su fracaso y de sus implicaciones, en términos de una necesidad de reorientar su vida. Más bien se puede buscar reforzar, con la psicoterapia, sus fantasías de triunfo y éxito. Esto puede deberse a la presión de lo colectivo:


Es fácil ver, a través de la historia, que la familia, la sociedad y lo colectivo han exigido y se han interesado solamente por el triunfo. … Visto desde la polarización que conlleva la conciencia colectiva, cuanto cae bajo el término fracaso está reprimido y descartado. Demandamos triunfo y esta demanda es tan imperiosa que se debe triunfar cueste lo que cueste, saltando las barreras que haya que saltar, sean las que sean; la única consigna es el triunfo y, frecuentemente, un triunfo hecho deber (López-Pedraza, 2000).


La demanda de triunfo se vuelve, entonces, repetición compulsiva, en nuestra vida individual y colectiva; un dar una y otra vez con la misma piedra. Es necesario aprender a bucear en las aguas de estas profundidades psíquicas individuales y colectivas, para concientizar nuestros automatismos psíquicos inconscientes de fracaso y aprender a resolver estas complejidades ideoafectivas, porque “…un complejo (trozo de historia) que no se reflexiona, es decir, que no se hace consciente, se repite y aparece en nosotros con potencial destructivo” (López-Pedraza, 2000).


No es poco frecuente encontrar personas adultas, entre los cuarenta y cincuenta años, viviendo la misma(s) fantasía(s) que gestaron durante su adolescencia sin pasar a revisar las condiciones de posibilidad que permitirían hacerla(s) factible(s), lo cual es indicación de existir en ellos una parálisis psíquica que no ha sido reflexionada ni, por ende, superada.


La experiencia de fracaso, abordada de manera adecuada, sin actitudes de ninguneo, puede ser la fuente de una conciencia distinta, más armónica y con reales posibilidades de materializar sus proyectos. De allí, desde esta óptica de la psicología arquetipal, la necesidad de una entrada en el ámbito de lo inconsciente para salir de nuestra noria de mismidades: nuestra “historia detenida” (Herrera Luque) o de “el pasado que no pasa” (Pino Iturrieta); reconocer que necesitamos “ver y aprender del lado más oscuro, del lado opuesto y reprimido [de nuestra vida], y que [necesitamos] tener una conciencia bien dispuesta para reconocerlo y valorizarlo” (López-Pedraza, 2000).


Es por la necesidad de reflexión de estos aspectos no reconocidos, inconsciente, generadores de una inercia psíquica opuesta a nuestras metas conscientes, que un filósofo francés, Jean Ladrière, llegó a establecer el Principio de Adversidad: existen en el ser humano aspectos suyos inconscientes, individuales y colectivos, que adversan, se oponen, a nuestros proyectos, igualmente individuales y colectivos, haciéndonos morder el polvo del fracaso.


La adversidad introduce la contradicción: ella opone al proyecto una fuerza que obra en sentido inverso, que compromete su realización e incluso a veces lo destruye.


Tenemos que vérnoslas aquí con lo que ocurre de manera inesperada en la historia, con el puro accidente, con la contingencia del acontecimiento, pero también con esos efectos indirectos producidos por la misma acción, sin haber sido expresamente queridos y que incluso son, exactamente, la inversa de aquello que había sido deseado… (Ladrière, 2004)


En política, el principio de adversidad ha sido llamado la “alquimia de la política”. Dice Romero (2002) que en las dinámicas sociales se aprecian elementos que modifican las intenciones colectivas y trastocan sus propósitos:


…generando así amplio espacio para el análisis de la «alquimia» mediante la cual aquello que deseamos lograr acaba con frecuencia convertido en lo contrario de lo que aspirábamos. De allí… que el esfuerzo orientado a anticipar las consecuencias no intencionales y muchas veces no deseadas de nuestra acción es una tarea legítima, quizás la más importante de las ciencias sociales. En su momento Maquiavelo también advirtió la extraña y sorprendente «alquimia» de la política, mediante la cual el bien en ocasiones se transmuta en mal, y éste en bien, y acciones que se planificaban para obtener un fin terminan por producir otra cosa muy diferente (Romero, 2002).


Jung denominó a estos aspectos inconscientes del ser humano con el término “sombra”: en general son componentes psíquicos de los cuales no tenemos consciencia y que normalmente proyectamos o ponemos en los demás, generalmente expresiones polarizadas de nuestra personalidad consciente, el yo psicológico que nos vivimos ser a diario en vigilia. Y ya que la realidad se manifiesta de forma polar, nuestra sombra viene siendo la polaridad de nuestro yo consciente, nuestro alter ego. Y con una ley llamada enantiodromía señala que toda polarización implica la emergencia de su lado contrario, que toda acción polarizada consciente dará luego paso a una reacción inconsciente que es su contrario o polo opuesto. Valga decir, considerando la novela de Robert Louis Stevenson “El extraño caso del Dr. Jekyll y el señor Hyde”: toda acción del Dr. Jekyll lleva a una manifestación de la reacción de Mr. Hyde.


Llamo enantiodromía a la aparición, especialmente en sucesión temporal, del principio opuesto inconsciente. Este fenómeno característico se da en casi todos los sitios donde una dirección extremadamente unilateral domina la vida consciente, de modo que se forma en el tiempo una posición opuesta inconsciente dotada de idéntica fuerza, la cual se exterioriza primero por la inhibición del rendimiento consciente y más tarde por la interrupción de la dirección consciente (Jung, 2000).


Entonces, allí donde haya polarización: sea en la vida individual, en una postura psíquica personal, o en política (en la actitud de los políticos y en la esfera colectiva), por enantiodromía veremos a posteriori emerger desde la sombra (individual o colectiva) la actitud o la emocionalidad contraria, que se darán la mano, demandando reconocimiento (“lo extremos se tocan”).


Arquetipalmente, hay tres componentes que contribuyen a impedir la toma de conciencia del fracaso: el “puer aeternus” (el eterno adolescente), la histeria y el psicopático. El primero es un aspecto de la psique que rige la vida de la infancia y la adolescencia. Se manifiesta, sobre todo, en el vivir apresurado que por su extremada velocidad, que lo lleva a un mundo de irrealidad, le resulta imposible o muy difícil pisar tierra (como es propicio del arquetipo del “senex”). La persona regida por este componente arquetipal (así como lo refleja el personaje de El Principito, con su vida estratosférica), tendría que aprender a planear, descender y tocar tierra. De lo contrario, en algún momento puede padecer de un aterrizaje forzoso con consecuencias desastrosas.


En el caso del componente histérico presente en todo ser humano, sea hombre o mujer, un aspecto que dificulta la conciencia de fracaso es su superficialidad psíquica: lo que le pasa se mantiene a un nivel epidérmico y no se hace vivencia psíquica profunda y consciente, no se torna experiencia consciente al tocar la historia personal ni colectiva. En el ejercicio histriónico se evidencia una actitud fuertemente irreflexiva por lo cual se torna muy difícil tomar conciencia de la “superficialidad repetitiva y destructiva” (López-Pedraza, 2000), acompañada por pseudoopiniones y actitudes exageradas. Sobre todo se dificulta la conciencia de fracaso cuando se vive este componente histérico desde una psicología de cuento de hadas: en la que “la fantasía el castillo encantado no admite discusión ni reflexión” (López-Pedraza, 2000). Este aspecto se nos hace muy común en muchas chicas que asumen el amor con esta tónica, e igualmente en muchos que tienen una posición política con ideales vividos histéricamente. Y, por último, uno de los instrumentos muy a la mano del componente histérico es la culpa, de allí “que la histeria tiene a su disposición un spectrum infinito de posibilidades para culpabilizar a cualquiera, a cualquier cosa, con tal de no aceptar la conciencia de fracaso" (López-Pedraza, 2000). Esto nos recuerda a la dama que denuncia a todos los hombres, o al político que culpabiliza a todo agente externo o tenido por enemigo.


El último componente pseudo-arquetipal mencionado por el autor es el psicopático, el cual tenemos todos los seres humanos, y que se manifiestan de manera abrupta en la personalidad, en las conductas excesivas, desmesuradas, del ser humano. Pero se nos hace muy difícil aceptar que en nosotros se alojan aspectos “desalmados”, que incluso expresan unos niveles de maldad soterrados que ni siquiera sospechamos. O al decir del autor: “en esto consiste la personalidad psicopática: donde debería haber alma, psique, experiencia de vida, viviencia interior y el sentir valoraciones propias, lo que hay es una lacunae, nada: un desalmado” (López-Pedraza, 2000). Una de sus características es su gran capacidad mimética: como carece de forma (propio de todo componente auténticamente arquetipal), se apropia de lo que le convenga del mundo exterior, adaptándose a lo que viniere,mostrándose como mejor le convenga a sus intereses.


Incluso se ven proceso de ideologización que evitan la toma de conciencia de fracaso, como el que experimentamos desde hace muchos años en relación a nuestra historia patria:


El culto a la figura histórica de Bolívar dista mucho de ser una creación literaria, nacida del patriotismo exaltado de sensibilidad superexcitada de uno o de varios escritores. …Su función ha sido la de disimular un fracaso y retardar un desengaño (Carrerta Damas, 1983).


De allí que sea necesario, como se ha repetido, la reflexión, para tener conciencia del fracaso y así evitar la repetición de situaciones que evidencian una coagulación de la vida individual y/o colectiva. “Somos perseguido por aquello que, siendo tan ajeno a nuestra naturaleza consciente, a ésta le es difícil aceptar o tolerar” (López-Pedraza, 2000). Al tomar conciencia de los componentes internos que nos llevan al fracaso, dejando de proyectarlos en los demás, se nos posibilita reales avances en la historia, en nuestra vida.


Wladimir Oropeza
Psicólogo clínico / Asesor Vocacional

Bibliografía


Carrera Damas, G. (1983). Simón Bolívar: escritos fundamentales. Prólogo. Caracas: Monte Ávila.


Ladrière, J. (2004). L’humanisme contemporain. En, Jean Ladrière, La Foi chrétienne et le destin de la raison. Paris: Ed. du Cerf. P. 17-33. Traducción de Vivero Nazario.


López-Pedraza, R. (2000). Ansiedad cultural. Caracas: Festina Lente.


Romero, A. (2002). Venezuela: historia y política. (2da ed). Caracas: Panapo.

Sobre los empresarios y los trabajadores (por el Día del Trabajador)

Intercambio de puntos de vistas, a propósito de la publicación de un poema de Galeano

Wladimir Oropeza
_____________________________________________

En homenaje al Día Del Trabajador...un poema de Galeano


de Carmen Liliana Cubillos Sastoque, el Sábado, 30 de abril de 2011 a las 22:28

El origen del mundo.



Hacía pocos años que había terminado la guerra de España

y la cruz y la espada reinaban sobre las ruinas de la República.

Uno de los vencidos, un obrero anarquista,

recién salido de la cárcel, buscaba trabajo.



En vano removía cielo y tierra. No había trabajo para un rojo.

Todos le ponían mala cara, se encogían de hombros o le daban la espalda.

Con nadie se entendía, nadie lo escuchaba.



El vino era el único amigo que le quedaba.

Por las noches, antes los platos vacíos,

soportaba sin decir nada los reproches de su esposa beata,

mujer de misa diaria, mientras el hijo, un niño pequeño, le recitaba el catecismo.



Mucho tiempo después, Josep Verdura, el hijo de aquel obrero maldito, me lo contó.

Me lo contó en Barcelona, cuando yo llegué al exilio.

Me lo contó: él era un niño desesperado que quería salvar a su padre

de la condenación eterna y el muy ateo, el muy tozudo, no entendía razones.



-Pero papá- le dijo Josep llorando-. Si dios no existe, ¿quién hizo el mundo?

-Tonto- dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto-.

Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles.



Me gusta • Compartir

• A 4 personas les gusta esto.

Pedro Calzadilla

Muchas veces he llegado a pensar que Dios no se sienta a la mesa cuando esta está vacía.

El Domingo a las 3:56 • Me gusta • 2 personas

Carmen Liliana Cubillos Sastoque

Si, hay muchas situaciones en las que una piensa que Dios no está presente, por ejemplo, cuando se ve a un niño, haciendo un trabajo de adulto, a un hombre siendo explotado por su patrón, a una mujer pidiendo dinero para llevarle el pan a sus hijos...etc. Sin embargo, muchas veces la fe, nos mantiene esperanzados de que situaciones como esas serán cada vez menos.

El Domingo a las 12:15 • Me gusta• 1 persona

Wladimir Oropeza

¡Dios! Tremendo al evidenciar los pase de factura y los prejuicios, por un lado (claro, no conocemos más del obrero rojo, por aquello de mirar ambas caras de la moneda), pero a la vez, subrepticiamente, nos habla de esa idea marxista, ya ahora tenida por falsa (debido a lo tremendamente incompleta e inexacta que es), del mundo como lugar exclusivamente creado por los obreros. Cómo se ha desestimado el valor y poder de la mente para crear el mundo humano, con todos sus aciertos y desaciertos! "Darle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios", sería mejor

o El Domingo a las 13:14 • Me gusta

Carmen Liliana Cubillos Sastoque

No podemos generalizar, para muchos/as, las ideas marxistas no se tienen por falsas, desde mi opinión, las mismas han evolucionado. Pues, cuando Marx construyó su tesis, estaba dirigida a contextos distintos a los de ahora. Con respecto a la creación del mundo por parte de los obreros, estamos hablando del origen de lo que es hoy la sociedad. Además, me parece que los obreros también han tenido y tienen capacidad de pensar y, su mente, orientó su quehacer, así como ocurre en la actualidad. De todas formas, obreros y no obreros formamos parte del género humano.

El Domingo a las 14:02 • Me gusta

Wladimir Oropeza

Bien Liliana! Me refiero a la idea original, donde había una percepción dicotómica simplista del capital/trabajo o del "Señor-siervo". Sé que para muchos esa tesis es válida, como lo fue para mí hasta hace muy poco. Y respecto a la evolución del marxismo, tengo la impresión que es muy poco lo que se comenta sobre los posmaxistas, sobre todo de Agnes Heller y Gyorgys Markus, quienes vivieron el proceso del socialismo real y despertaron del sueño en que se encontraban, para proponer un rescate de la vida democrática (sin nada de dictaduras, sean del proletariado o de quienes sean). Y no pretendí descalificar a los obreros, o a los trabajadores predominantemente manuales, quienes, como bien dices, tienen una importante función. La última frase me hizo recordar la hipervalorización del trabajador y la desvalorización del empresario, que todavía pulula en nuestro mundo. Ambos se necesitan. Y realmente Liliana, muy respetuosamente, fueron "mentes mayores" los que han construido conceptualmente los logros de la civilización, que después requirieron de los benditos músculos, esfuerzos y pensamientos (en su nivel) de los trabajadores (ya usar esta palabra implica catalogar a los creadores, empresarios o al capital como no-trabajador, cosa que es falsa). Por eso lo del darle al César y a Dios lo de cada cual.

El Domingo a las 14:17 • Me gusta• 1 persona: A Frank Renteria le gusta esto.

Carmen Liliana Cubillos Sastoque

El socialismo actual, tal como yo lo entiendo, no excluye para nada la participación democrática del pueblo. Todo lo contrario, aspira a que sea el pueblo el que conduzca sus destinos. No tengo una concepción divisionista de lo que es el pueblo. Para mí, todos somos pueblo, con sus diferencias y semejanzas. Nunca he hecho una división cuerpo-mente, siempre he abordado al hombre desde una perspectiva integral, por eso no creo en "mentes superiores", lo cual implicaría aceptar que hay mentes "inferiores". Quién o qué designa a la mente superior o "mayor". Por supuesto, hay personas que se han destacado en la construcción de la civilización y lo seguirán haciendo. Estoy segura que, si todos tuviéramos las mismas condiciones de vida para aprovechar la igualdad de oportunidades, serían muchos más los que se destacarían. No comparto la tesis capitalista, pero no he dicho que el creador no sea un trabajador, ahora lo de los empresarios o el capital, no lo podría comparar con la mayoría de los trabajadores que luchan por un salario. No dudo que trabajan, pero sus intereses son bien distintos a los de los otros trabajadores. Tampoco pienso que no deberían existir, ya están, siempre han estado, lo que uno esperaría es que la distribución de las ganancias sea un pelín más justo. Definitivamente Wladimir, pensamos distintos, pero afortunadamente, yo por mi parte, no espero convencerte con mis ideas e intuyo que tu tampoco lo pretenderías hacer. Qué bueno que exista esta vía para expresarnos libremente. Saludos.

El Domingo a las 14:40 • Me gusta • 1 persona

Wladimir Oropeza

Liliana en las experiencias que hemos visto en Latinoamérica, para quedarnos por estos lares, los intentos socialistas han resquebrajados los pilares de la democracia y los logros medianamente alcanzados. En nuestro país incluso, personas muy claras y "afectas al proceso" con las que he conversado han reconocido esto. Y estoy de acuerdo contigo en que la palabra pueblo nos arropa a todos. Pero reconociendo que "el Ser se manifiesta de muchas maneras", reconozco que mentes como la de Einstein, García Bacca, Maslow, etc., estaban por encima del promedio en ciertos aspectos, razón por la cual han trascendido en el merecido lugar que tienen. Todos tenemos talentos y virtudes, pero a la hora de medir cada una de ellas por separado, obtenemos una campana de Gauss. Habrán cosas en las que yo (cada cual) sea un mediocre, y habrán otras en las que yo (cada cual) destaque. Y apoyo tu tesis de lograr condiciones más dignas de vida para todos, pero no creo que se logre por las formas que actualmente estamos experimentando. Yo no comparto todo lo del capitalismo, pero sí es cierto que si no se produce, no hay para repartir y consumir, sino que se extiende la pobreza. De allí la Parábola de Los Talentos. Que los intereses de los empresarios y ricos son distintos, así debe ser por "florecimiento humano" en buena medida. Lo que sí creo que necesitamos es una cultura eficientemente inclusiva, de promoción de la autorrealización humana (que es diferente al mero igualitarismo practicado en los ensayos sociales que hemos presenciado en el siglo pasado y en el actual), que tanto busque una distribución más promotora de este proceso, como el aprendizaje por parte de la mayoría de nosotros, del pueblo, de actitudes de internalidad, de valorización de la riqueza y la productividad (que es más que el solo trabajar y trabajar) en base a nuestros talentos, virtudes y dones. Este nivel de valorización, de amor por sí-mismo, nos falta. Que el empresario y los gerentes, así como los ministros y personero de altos cargos públicos, tomen en cuenta tanto lo financiero, como la calidad de los procesos, las necesidades de los clientes internos y externos, y la dimensión de los empleados (mejoras de su condiciones de trabajo y de calidad de vida), proponiéndose metas de crecimiento factibles y medibles, en donde los trabajadores aporten sus esfuerzos de manera eficiente. Aprender todos a intercambiar valor por valor.

El Domingo a las 16:16 • Me gusta• 2 personas: A 2 personas les gusta esto.

Wladimir Oropeza

Tengo la impresión que pudieran ser más nuestras coincidencias que las diferencias, y me encanta compartir e intercambiar ideas contigo. Es estimulante y me ponen a tono para revisar mis puntos de vistas. No creo que pretendamos algún cambio del otro, sino evidenciar aristas o perspectivas a considerar. El hecho de que no compartamos el mismo rótulo político-económico no impide el ejercicio de la democracia. Me gusta mucho ese pensamiento de Voltaire que dice más o menos así: "No comparto tu punto de vista, pero defiendo tu derecho a expresarla". Ojalá tenga la oportunidad de conversar contigo estos puntos de vistas, porque en persona habría la oportunidad de explicarnos mejor y disfrutar de la compañía. Te agradezco por compartir tu inteligencia y tu saber. Un abrazo!

El Domingo a las 16:22 • Me gusta• 2 personas: A Carmen Liliana Cubillos Sastoque y Frank Renteria les gusta esto.